Mi callejero se ha ido ...
Lo
llamaban “rulo”, para mí era “callejero”/ Los cuernos de pan, sus favoritos/ Se
perdió dos largos meses y lo recuperé/ siempre era el invitado a mi mesa/ …duele
profundamente perderlo…
Carlos O. Morales
En una parte de la canción de Alberto
Cortés, “callejero” dice lo que quiero tomar como inicio para escribirle a mi
fiel guardián que durante varios años convivió conmigo, con mis nietos, con
todos en la casa, en la calle, con los vecinos.
… Era el callejero de las cosas bellas, Y se fue con ellas cuando se marchó, Se bebió
de golpe todas las estrellas, Se quedó dormido y ya no despertó…
Hoy domingo, mis sentimientos son
encontrados, hay melancolía y tristeza en mis pensamientos, pues mi perro fiel,
mi amigo y mascota, “el callejero rulo” ya no despertó, se quedó dormido a un
lado del castillo de plástico de mi nieta Monse.
Su arrugada cara estaba sobre uno de sus
costados, con los ojos cerrados, descansaba en donde al filo de las nueve de la
noche le dije, “échate” y obediente, triste y enfermo se acurrucó para dormir
para siempre.
Me cuesta trabajo, pero necesito
escribirlo, aun y cuando en momentos las lágrimas salen de mis ojos pese a
intentar evitarlo. Duele y mucho perder a un animal fiel, manso y cariñoso como
era mi callejero.
Digo, fiel y manso con la familia, con los
vecinos, conmigo, porque en la calle, era un verdadero guerrero, no había perro
que quisiera pelear con él, ni un dálmata que al igual que “el rulo” vagabundea
por las calles de la colonia (Ampliación Bugambilias, para ser exactos), se medían,
gurruñaban, se olían y cada uno decidía por cambiar de lugar, se separaban.
Fueron muchas las peleas que se dieron
entre perros callejeros con el mío, siempre salió victorioso, era fuerte y
luchador como pocos, mi orgullo como mascota y mi fiel compañero, devoraba sus
huesos de pollo, de res, sus croquetas y sobretodo, los deliciosos cuernos de
pan, íbamos por ellos una calle arriba, a la tienda de abarrotes de Alfredo (así
se conoce a Los Abarrotes Rodríguez).
Mi callejero era siempre el invitado a mi
mesa, me gustaba que comiera conmigo, pese a la inconformidad de la familia, ¡no
le des de comer aquí! Era el grito de todos, mi respuesta la misma, -no, ya no
lo hare- pese a que diario, se repetían los gritos por tenerlo a mi lado,
muchas veces optaba por comer aparte, lo confieso, prefería a mi perro, porque
me sentía a gusto.
No sé cómo evitarlo, pero me encariño fácilmente
con los animales, hace muchos años atrás, sufrí al perder a uno de mis perros
que más quise, pero nunca como ahora, a mi callejero o “rulo” como lo llamaban,
le hablaba mientras lo tomaba de la cabeza y le decía, -Mi perro, yo sé que me
entiendes, te quiero mucho- y movía la cola y se dejaba querer, y es que lo
trataba igual que todos, pues es costumbre decirles a mis hijos, a mis nietos
que los quiero mucho, todos los días y a
cualquier hora.
Mi perro tenía ese olfato que lo hacía
correr incluso, una calle antes, cuando me veía llegar, con grandes zancadas,
con una rapidez que asombraba corría a encontrarme a veces con tanta fuerza que
parecía poder derribarme en varias ocasiones, era un hermoso animal que llenaba
vacíos difíciles de explicar, tenerlo junto a mí, a un lado de la computadora,
darle de comer de lo mismo que yo comía, compartirle mi cena o desayuno era
normal, amaba a mi perro.
En noviembre de 2013, mi callejero se
perdió, y durante varios meses, me paraba en la noche afuera de la casa para
verlo llegar, cosa que no sucedió, otras veces solía recorrer las calles
alrededor de la colonia mientras silbaba con la esperanza de verlo salir de
alguna casa, mi pensamiento era, ¿estará bien, lo tendrá alguna familia, se
habrá muerto ya?....era la zozobra y la incertidumbre de no saber su paradero o
su destino.
Tras su extravío, me puse triste y termine
por aceptar su pérdida, pero un día, me dijeron en la casa, -parece que vieron
al rulo en la colonia Satélite-, y efectivamente mi perro deambulaba por el
mercado de esa colonia, fueron por él y desde febrero de este año, regresó a la
casa, serio y con poco apetito, mi callejero poco a poco se reintegró a la
familia, a la calle, a sus alrededores.
Finalmente, este domingo tres de agosto,
con varios días de no ser el mismo, y de mi parte no saber que tenía, unas
horas atrás, mi nuera Elizabeth le inyectó un medicamento, pero todo fue inútil,
mi perro ya no respondió, y al filo de
las cinco de la mañana, ahí, junto al castillo de juguete, se quedó dormido…ya
no despertó…
Era un callejero y era el personaje/ De la puerta
abierta en cualquier hogar/ Y era en nuestro barrio como del paisaje El sereno,
el cura y todos los demás.
Era el callejero de las cosas bellas/ Y se fue con ellas cuando se marchó/ Se bebió de golpe todas las estrellas/ Se quedó dormido y ya no despertó.
Nos dejó el espacio como testamento/ Lleno de nostalgia, lleno de emoción/ Vaga su recuerdo por los sentimientos/ Para derramarlos en esta canción…
Era el callejero de las cosas bellas/ Y se fue con ellas cuando se marchó/ Se bebió de golpe todas las estrellas/ Se quedó dormido y ya no despertó.
Nos dejó el espacio como testamento/ Lleno de nostalgia, lleno de emoción/ Vaga su recuerdo por los sentimientos/ Para derramarlos en esta canción…
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